MADRID. El café, una de las bebidas que acompañan, por excelencia, el desayuno y la sobremesa españolas. El extracto de estas semillas disuelto en agua es, y no sorprende a nadie, uno de los líquidos más consumidos en nuestro país.
En los últimos meses, se han publicado por todo el mundo estudios que evidencian nuevas y beneficiosas propiedades de tomar café. El último de ellos, ha demostrado que el café puede hacer mucho más que mantenernos «despiertos», sino que también podría mejorar la memoria y prevenir el alzhéimer. Ahora, le ha tocado el turno a España.
El harmol
Un estudio liderado por el Instituto Imdea Alimentación muestra que el harmol, un compuesto presente en el café y perteneciente a la familia de las betacarbolinas -conocidas por sus efectos neurológicos-, mejora la función del músculo esquelético y parámetros metabólicos asociados con la calidad de vida durante el envejecimiento.
Además, el trabajo, en el que también ha participado el Instituto de Investigación Sanitaria (Incliva), el tratamiento con harmol extendió significativamente la esperanza de vida en dos modelos de invertebrados.
Por otro lado, el tratamiento mejoró la tolerancia a la glucosa, la sensibilidad a la insulina y la acumulación de lípidos hepáticos en un modelo de prediabetes, de acuerdo con los resultados de la investigación, publicada en la revista científica Nature Communications.
Los cambios
Finalmente, entre los cambios a nivel neuromuscular, se pudo observar una reducción muy significativa en la fragilidad en animales viejos tratados con harmol, según afirma el comunicado emitido por Imdea.
El harmol, como otras betacarbolinas, está presente en muchos alimentos incluyendo los granos de café, pero también se encuentra en carnes, pescados o cereales, así como en las hojas de tabaco.
A las dosis utilizadas en el estudio, el harmol no mostró ninguna toxicidad y muy escasos efectos sobre el sistema nervioso central, en concordancia con su escasa capacidad para cruzar la barrera hematoencefálica y, por tanto, alcanzar el cerebro.
Fragilidad de la edad
El envejecimiento muscular está asociado a un colapso energético que se explica por una alteración en la mitocondria, uno de los componentes celulares más relevantes, puesto que es el principal responsable de la producción de energía de las células.
La disfunción mitocondrial ocasiona la aparición y progresión del deterioro funcional asociado a la sarcopenia (pérdida de masa y potencia muscular que ocurre durante el envejecimiento) y al síndrome geriátrico de la fragilidad, que afecta a más del 33% de la población mayor de 80 años.
Riesgo
La fragilidad afecta a las actividades de la vida diaria y disminuye la autonomía de quienes la padecen, lo que se traduce en un mayor riesgo de discapacidad, hospitalización y muerte.
Un anciano frágil, frente a uno robusto, tiene más probabilidades de acabar siendo dependiente y se fatiga con más facilidad que una persona joven, entre otras cosas, porque sus mitocondrias dejan de ser funcionales, pierden la capacidad de producir energía.
La disfunción mitocondrial asociada a la edad puede modularse a través de diferentes intervenciones. Estas estrategias se basan en la inducción de un estrés mitocondrial leve que desencadena una respuesta compensatoria, lo que da como resultado una mejora en la función mitocondrial.
El harmol activa en las células unas vías de señalización que, en última instancia, son capaces de mejorar las mitocondrias y parámetros metabólicos asociados con la calidad de vida durante el envejecimiento.
«Es un mecanismo muy parecido al que activan la restricción calórica o el ejercicio: hacen trabajar a la mitocondria de una manera controlada, y eso las hace más fuertes», indica el investigador Luis Filipe Costa-Machado, primer autor del artículo.
El Dr. Pablo J. Fernández-Marcos, principal responsable del proyecto, destaca además otro aspecto interesante del estudio: «Con el harmol hemos descubierto que este efecto de mejora mitocondrial lo llevan a cabo las células mediante mecanismos parecidos a los que nos hacen sentir más felices, ya que comparten las mismas proteínas diana.
Esto abre un campo de investigación muy interesante sobre la asociación entre el estado psicológico y el envejecimiento».
La Dra. Gómez Cabrera, coordinadora del Grupo de Investigación de Ejercicio y Nutrición de Incliva, destaca la trascendencia de este tipo de investigaciones dirigidas a contribuir a un envejecimiento saludable.
«El envejecimiento de la población es, sin lugar a dudas, un gran éxito. Hemos conseguido aumentar la expectativa de vida más en los últimos 100 años que en los 2.000 años previos, especialmente en nuestro país, que se sitúa junto a Japón y Suiza como el tercero con una mayor longevidad».
Envejecimiento
Sin embargo, apunta que «el envejecimiento de la población es también un gran reto porque no hemos sido capaces de alargar la expectativa de vida con buena salud. Se calcula que actualmente pasamos un 20% de nuestra vida enfermos. De hecho, el principal factor de riesgo para casi todas las enfermedades crónicas es el envejecimiento», destaca.
«La investigación en materia de envejecimiento ha avanzado mucho en los últimos 30 años. Tras una fase eminentemente descriptiva en la que se ha estudiado qué ocurre cuando envejecemos, se ha evolucionado a una fase mecanística en la que se están estudiando los mecanismos moleculares por los que envejecemos», añade Gómez Cabrera, que concluye que «actualmente, afrontamos una fase de intervención en la que pretendemos no curar el envejecimiento, debemos tener en cuenta que hablamos de un proceso fisiológico, no patológico, sino modular el envejecimiento». / LAURA CANO LIÉBANA