EL BULEVAR DE LA VIDA
Entonces, no estaba uno hablando “caballá” cuando recomendó a nuestras autoridades salir en urgente caravana mediática por el mundo a explicar lo que ocurre entre Haití y nuestro país, en torno a la construcción de un canal de trasvase sobre el río Dajabón o Masacre que viola el Tratado de 1929 y el Protocolo de Revisión de 1936 en el que las partes se comprometen “a no hacer ni consentir ninguna obra susceptible de mudar la corriente de aquellas o de alterar el producto de las fuentes de las mismas”. Justo y lo que está ocurriendo.
Y es que, mientras uno hacía la advertencia, el prestigioso diario The New York Times publicaba un reportaje que vino a confirmar todos nuestros temores: Sin importar dónde esté la verdad ni dónde se oculte la razón, ante cualquier desacuerdo entre ambos países, los dominicanos siempre seremos los verdugos.
El reportaje reduce todo el conflicto a una simple disputa de agua: “RD anuncia que cerrará su frontera con Haití por una disputa de agua”, así lo titula, y de inmediato pasa a victimizar al agresor, al destacar su pobreza: “La medida aislaría aún más a Haití, (…) donde casi la mitad de la población corre el riesgo de morir de hambre, según Naciones Unidas”, como si la miseria fuera un argumento válido a la hora de cumplir leyes, honrar acuerdos y respetar patrias ajenas.
El reportaje reduce todo el aspecto legal al hecho de que en 2021, ambos países firmaron una declaración conjunta en la que reconocía un acuerdo de 1929 “que establecía que ambos países tenían derecho a utilizar el agua del río”, pero lo hace sin citar el artículo 10 del convenio en el que se muestra la razón de la República Dominicana.
Este reportaje es un ejemplo de la gravedad de lo que se nos ha echado encima a los dominicanos. Y todo en medio de una campaña electoral que todo lo pervierte y convierte en utopía la esperanza de una quimérica posibilidad de que Abel Martínez, Leonel Fernández, Danilo Medina, Hipólito Mejía y el mismísimo presidente Abinader, junto con “La Embajada”, los grupos empresariales que controlan el CONEP y la AIRD, firmen un acuerdo nacional que separe el inevitable cinismo y la desmemoria político electoral de los asuntos de la patria. Eso. ¡Qué es de la patria de que hablamos, joder, es de la patria!