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SANTO DOMINGO | Denuncian plan internacional contra República Dominicana

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Puerta del Conde, Parque independencia, Republica Dominicana

SANTO DOMINGO, RD.- Decenas de personalidades y organizaciones sociales y políticas de República Dominicana  expresaron «honda inquietud» por lo que definen como «limitadas, capciosas, contradictorias y contraproducentes respuestas» que, a su juicio, organismos internacionales vienen dando a la crisis de Haití.

En una declaración pública, cuestionan la actitud asumida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Asociación de Estados del Caribe y la Comunidad del Caribe.

Dicen que las acciones de estos organismos  «sólo agravan dicha crisis» y se suman «al bochornoso balance de resultados frustrantes de las “misiones de pacificación, estabilización y apoyo” enviadas a esa nación en las últimas décadas».

«PLAN DE ALTA INTELIGENCIA Y PERVERSIDAD»

Dicen que «existen indicios sobrados de que en Haití y la isla de Santo Domingo se viene ejecutando un plan de alta inteligencia y perversidad criminal, que apunta a trasvasar sus crisis sobre la nación dominicana, plan que fue denunciado en abril del año pasado por el entonces senador Marco Rubio, actual secretario de Estado de EE. UU».

Los firmantes de la declaración reclaman a todos los poderes públicos así como al liderazgo nacional y social, que esta situación de extremo riesgo sea enfrentada con coherencia, consistencia y patriotismo, como lo que es: una crisis internacional —la más antigua del continente—, que requiere soluciones internacionales para prevenir un indeseable y desgarrador conflicto insular, con repercusiones en toda la región y el continente.

EL DOCUMENTO

El texto del documento de las personalidades y entidades dominicanas, es el siguiente:

«Los ciudadanos dominicanos, así como las organizaciones sociales y políticas que suscriben la presente declaración pública, nos sentimos en la obligación de manifestar con claridad y actitud previsora lo siguiente:

Sentimos honda preocupación por las repercusiones de la aguda y compleja crisis internacional de Haití, con sus serias implicaciones de seguridad interior y exterior, sobre la paz y la estabilidad de la República Dominicana, la isla de Santo Domingo y la región del Gran Caribe.

La existencia del pueblo dominicano y sus derechos inalienables como nación están amenazados como nunca antes, y en consecuencia, ratificamos nuestra plena adhesión a los contenidos del Manifiesto del Instituto Duartiano difundido al concluir la Marcha Patriótica efectuada el 6 de agosto de 2022, en el Altar de la Patria.

Sentimos honda inquietud ante las limitadas, capciosas, contradictorias y contraproducentes respuestas que vienen dando a dicha crisis, tanto el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como organizaciones hemisféricas como la OEA, CELAC, AEC y CARICOM, lo que solo agrava la misma y se suma al bochornoso balance de resultados frustrantes de las “misiones de pacificación, estabilización y apoyo” enviadas a esa nación en las últimas décadas.

Lamentablemente, ninguna ha tenido mandato ejecutivo para el rescate y la reconstrucción de Haití en Haití —que es lo justo y racional—, y todas han contribuido a agravar sus condiciones de existencia y a poner a su población en fuga, especialmente a trasladarla “hacia otras zonas del Caribe menos pobladas”, como recomendaba el primer informe de la ONU sobre Haití de junio de 1949.

Advertimos acerca del grave peligro de escalada de la guerra civil de baja intensidad que se libra actualmente en Haití —con el empleo sistemático de métodos terroristas destinados a provocar un traslado masivo y forzado de poblaciones—, así como con la implicación de actores no estatales en el empleo de armas como drones kamikazes, que en otros escenarios del mundo solo han servido para la tercerización de la guerra, respondiendo a intereses y estrategias cuestionables de otros actores.

Existen indicios sobrados de que en Haití y la isla de Santo Domingo se viene ejecutando un plan de alta inteligencia y perversidad criminal, que apunta a trasvasar sus crisis sobre la nación dominicana, plan que fue denunciado en abril del año pasado por el entonces senador Marco Rubio, actual secretario de Estado de EE. UU. Asimismo, no podemos obviar que el crimen organizado transnacional tiene una fuerte presencia en Haití y en toda la región, con sus propios intereses y estrategias.

Reclamamos a todos los poderes públicos, así como al liderazgo nacional y social, que esta situación de extremo riesgo sea enfrentada con coherencia, consistencia y patriotismo, como lo que es: una crisis internacional —la más antigua del continente—, que requiere soluciones internacionales para prevenir un indeseable y desgarrador conflicto insular, con repercusiones en toda la región y el continente.

No se trata de un problema migratorio-laboral, provocado por débiles controles fronterizos y estimulado por las fragilidades institucionales de nuestro Estado, como se quiere hacer creer. Tomemos plena conciencia del real desafío —que no es salvar las ganancias de ciertos sectores, la próxima cosecha o las cuotas de mercado en EE. UU. y la Unión Europea—, sino la paz y la estabilidad en República Dominicana, la isla de Santo Domingo y la región del Gran Caribe.

Llamamos a los poderes públicos a no ceder ante las aviesas presiones y manipulaciones que se despliegan en muchos órdenes para ejecutar un nuevo plan de regularización migratoria. Aceptar esa propuesta no solo enviaría la peor señal de debilidad y vacilación frente a los actores foráneos y locales que han trabajado desde hace largo tiempo para imponer “la solución dominicana” a los abrumadores problemas de Haití.

Este es un momento histórico, en que estamos a prueba como nación, y en el Pacto de Nación suscrito en octubre de 2023 están consignados los compromisos de políticas de Estado para enfrentar la peliaguda realidad insular: o nos unimos y procedemos con valentía y resolución, o nos tratarán peor que una colonia o un territorio bajo administración internacional.

Instamos a todos los dominicanos de corazón a contribuir a cambiar el esquema de relaciones insulares prevaleciente, que se concibió sobre la falsa y deleznable premisa de que República Dominicana podría hacer las veces de Estado pivote o tapón, con su territorio y sus servicios públicos convertidos en zona de amortiguamiento de la crisis haitiana.

Enfrentemos también las sugerencias maliciosas de poderes foráneos —y la visión simplista de algunos desconocedores de la historia— de que República Dominicana puede o debe ejercer como actor hegemónico en la relación insular.

Rechacemos categóricamente cualquier intento de pretender resolver esa intrincada cuestión histórica con la cínica fórmula de intercambio de poblaciones: haitianos aquí, dominicanos hacia Europa, Canadá o EE. UU. Hagamos conciencia de que hay un precio que pagar para salirnos de la trampa mortal en que hemos sido colocados, y que nunca vamos a tener una coyuntura internacional más favorable para hacerlo.

Apoyamos los programas y acciones dirigidos a reducir o eliminar los factores de atracción de la población haitiana hacia el territorio nacional, en especial, las acciones que penalizan o desincentivan los flujos desbordados en búsqueda de servicios públicos esenciales, gratuitos y sin restricciones, así como la estratégica reconversión productiva de sectores como el agropecuario y la construcción.

Estos cambios estructurales pueden, en lo inmediato, resultar retadores y costosos, pero en el mediano y largo plazo serán decisivos para evitar los problemas de un conflicto de envergadura entre dominicanos y haitianos, o más grave aún, que la isla de Santo Domingo se convierta en un escenario de las contradicciones de las superpotencias y sus aliados regionales.

Exhortamos a los poderes públicos a involucrar al actor decisivo que es el pueblo soberano, porque la mejor defensa de una nación es su pueblo, unido, consciente y movilizado.

Los dominicanos debemos avanzar juntos, más allá de los partidos, las ideologías y los intereses particulares, con el desprendimiento y generosidad que dan los sentimientos patrióticos.

Todos los hijos de esta Patria de Duarte, Sánchez y Mella, de los próceres restauradores y soberanistas, podemos y debemos contribuir a esa lucha, que es esencialmente de resistencia nacional popular en defensa de la dominicanidad. Solo el pueblo, con la gracia de Dios, salvará la Patria.