Por CARLOS McCOY
Lo sucedido con las luces de la pista principal del Aeropuerto de Las Américas en Santo Domingo, las autoridades lo han tomado como una chercha oficial.
Desde la vicepresidenta hasta Papatón el maletero, han dado sus particulares versiones de lo sucedido.
Pero resulta que cuando se dan opiniones inmediatamente después de un suceso, regularmente se hacen sin base alguna. Son simples especulaciones.
Nosotros no queremos caer en ese campo, sino que haremos algunas preguntas y las vamos a motivar.
Regularmente, cuando se instala un circuito crítico como son las luces del principal aeropuerto de un país, se hace de forma redundante. Esto quiere decir que la alimentación eléctrica se dirige desde varias fuentes energéticas y por diferentes rutas, garantizando así, un flujo constante para evitar estos “accidentes”
Los llamados circuitos esenciales, regularmente están equipados con un ATS (Automatic Transfer Switch) Transmisor Automático de Energía, que entra en acción tan pronto hay un corte en el suministro energético.
Los dominicanos sabemos mucho de esto, pues debido a la precariedad del servicio eléctrico nacional, son muchos los negocios y hogares que poseen un inversor.
En este punto llegan nuestras preguntas. ¿Equiparon el fundamental circuito de luces de la pista con un ATS? ¿Eran las instalaciones redundantes? ¿Había cámaras de seguridad? ¿Estaba el lugar equipado con detectores de movimientos? ¿Dónde estuvo el permanente personal militar del recinto?
Tenemos la leve sospecha de que, los que perpetraron este atentado saben las respuestas a estas preguntas. Sabían exactamente dónde ir, que desconectar, que cortar y cuando hacerlo.
Pero, si esto es grave, hay algo mucho más delicado todavía.
Después de muchos años de lucha, el gobierno del presidente Danilo Medina, logró conseguir que la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), nos sacaran de la Categoría #3, en la cual estábamos por muchísimo tiempo y que impedía, entre otras limitaciones, los vuelos de líneas aéreas dominicanas a algunos países y territorios.
Como el turismo es una de las patas principales de la mesa económica nacional, algo que sabían los saboteadores, atentar contra ese sector debería considerarse un crimen de lesa patria.
El gobierno debería abstenerse de seguir externando sus múltiples y ambiguas declaraciones y dedicarse a investigar, hasta con ayuda internacional si fuere necesario, para llegar al fondo de este asunto.
Esto es mucho más serio de lo que podemos imaginarnos.