El martes pasado Minerva Fernández se formó desde las 5:00 de la mañana en una larga línea que doblaba en la esquina de la Iglesia ST. Mark, de la Calle 96 con Avenida Northern Boulevard. La mujer esperó casi siete horas para reclamar “un mercadito” que según dice, “ayuda a la familia a calmar el hambre” , más aún en medio de la pandemia del COVID-19, que parece no quererse ir pronto. Casi al medio día, y junto a cientos de personas, mayormente latinos, que estaban en las mismas, abrigándose con gorros y chamarras largas para hacerle el quite al frío, la madre dominicana salió del lugar cargando una bolsita con aceite, pavo, manzanas, leche y varios enlatados.
“Esto calma un poco el hambre, pero no la acaba… no está fácil la cosa”, comentó la madre soltera, con un gesto de pesar que se dejaba ver detrás de su tapabocas. “Cada vez hay más gente sufriendo hambre en Nueva York, y esta ayudita que nos dan, en tres o cuatro días ya se acaba. No nos alcanza para llegar con comida el fin de la semana, por eso necesitamos que nos ayuden más, que nos den mercados más grandes y que tengan más cosas”, agregó la dominicana.
Minerva aseguró que es el único sustento de sus hijos, y advirtió que si acude a esta despensa de East Elmhurst, Queens, no es porque quiera “vivir de la Ciudad”, sino porque no tiene otra opción. “Yo trabajo en un restaurante, pero solo unos días y con lo poco que me gano, no me alcanza”, agregó la inmigrante.
Rosita, una adulta mayor de 72 años, también se formó en la fila desde temprano, y salió con la misma bolsita de víveres para ella y su esposo. “De esto vivimos. Uno de joven nunca piensa que va a llegar a viejo viviendo de lo que le regalen a uno para comer, pero es que el hambre es brava”, dijo la ecuatoriana, quien agregó que al no tener papeles no recibe ayuda económica de ningún tipo. “Muchos creerán que es que uno no quiere gastar o que no quiere trabajar, pero en medio de esta pandemia nos quedamos sin nada. A mi quién me va a recibir para un empleo. Hasta me ofrecí a limpiar un restaurante, y de pena lo que hicieron fue que me dieron una sopa para que me llevara y ya. Por eso nos toca venir aquí cada martes a ver que nos dan”.
En Manhattan, en la calle 30 con avenida Séptima, en la despensa St. Jones Bread of Life, el panorama del hambre es similar. Allí, José Santos, padre de tres niños, quien perdió su trabajo en un restaurante desde que comenzó la pandemia del coronavirus, acude sagradamente cada miércoles a recoger la bolsita de alimentos que le proveen, y dice con mucha honestidad que si no fuera por esas ayudas, su familia se “moriría de hambre“.
“No hay trabajo, no hay dinero, no tenemos como pagar nuestra comida y mucho menos la renta, entonces estamos dependiendo de esto que nos dan. Esta comida es para mí, mi esposa y mis tres niños y a veces no alcanza”, mencionó el dominicano, quien pidió a la Administración De Blasio que aumente el tamaño de los mercados y también incluso la perodicidad con la que se entregan.
“Yo le pido al Alcalde que ayude más a la gente más necesitada. Estos nos sirve de mucho, pero apenas nos da para comer un poquito. Necesitamos más comida”, agregó el dominicano.
@eldiariony