¿Qué es aquello que le da sentido, valor, satisfacción y complementa tu vida profesional? ¿Qué te hace sentir un buen periodista? ¿Qué te provoca orgullo como comunicador? ¿Cuál es esa chispa que te hace involucrarte con tu trabajo y sentirte orgulloso de la contribución que haces al ejercer este oficio? ¿Qué es lo que te identifica dentro del área? ¿Cuál es tu marca personal, lo que te diferencia? ¿Qué podrías decir que es tu legado?
Estas son solo algunas de las preguntas que como seres humanos, pero sobre todo como comunicadores, debemos hacernos varias veces a lo largo de nuestra vida y carrera. Sí, varias veces. Y es que las respuestas pueden variar según el momento en que te encuentres. Al salir de la universidad tendremos un resultado, pero a medida que iremos aprendiendo, creciendo y escalando tendremos otros, y tal vez, la madurez que viene con los años nos haga valorar otras cosas.
Y es que la vida de un comunicador puede cambiar con un abrir y cerrar de ojos, con la cobertura de una tragedia, con una perdida o con un cambio de posición, sin dejar de mencionar las transformaciones que vienen de los avances, la tecnología y las tendencias. Así como puede ser flexible la comunicación, así nosotros tenemos que estar abierto a crecer, a cambiar de objetivos, elegir nuevas metas y aprender de manera indiscriminada, siempre sobre la zapata de lo correcto, de la ética y el deseo de aportar al bien común.
Sin embargo, creo que lo más importante en esta ecuación no son nuestros títulos, ya sean formativos o de posiciones que ocupamos, ni los logros o reconocimientos que podamos recibir. Lo realmente importante, eso que nos hace verdaderamente grande en el oficio de la comunicación (y por qué no, como seres humanos, sin importar la profesión que elegimos) es nuestro corazón. La pasión que ponemos en lo que hacemos.
Tenemos que tener claro que, como comunicadores, la razón por la que nos importan las personas, cosas y situaciones -buenas o malas- es porque tenemos un corazón que tiene la capacidad de amar, cuidar y dar. Son nuestras acciones y decisiones diarias las que dirán lo pequeño o grande que podemos llegar hacer, la suma de todos esos intentos por ser mejores, de conectar con nuestro entorno, nuestra audiencia o nuestro público.
¿Qué debemos aspirar como comunicadores? Desde mi humilde punto de vista, creo que nuestro trabajo nos puede definir hasta cierto punto y que nosotros podemos mejorar nuestro trabajo en base a nuestros valores. Haciendo lo que tenemos que hacer con excelencia y calidad, con complacencia, a pesar de las situaciones adversas. Nuestro reto es asumir nuestro liderazgo con responsabilidad, pues somos parte de una industria que tiene un gran poder: el de llegar a millones de personas e incidir en ellas.
Como ya sabemos esto, cada comunicador, si importar el sector en el que se desarrolle, puede elegir sentir fascinación por lo que hace y trasmitirlo a los demás… cada uno de nosotros podemos sentir nuestra profesión como una oportunidad para ayudar a los demás y al mismo sentirnos pleno y con propósito. Podemos elegir que suceda o no. Es nuestra decisión.
Por Lady Reyes
