Aunque el discurso de rendición de cuentas fue pronunciado por el Presidente de la República ya hace casi dos semanas y de que mucho se ha escrito y comentado sobre el mismo, creo que no ha perdido vigencia y que todavía es tiempo para opinar sobre esa intervención. Opino que esa alocución fue una excelente pieza oratoria, tanto por la forma en que ésta fue dicha como por los temas tratados.
Las maromas dialécticas y los ejercicios matemáticos utilizados por la oposición para tratar de desacreditar las cifras presentadas por el Primer Mandatario en su discurso han resultado en algunos casos penosas y en otros carentes de la veracidad necesaria para convencer a la ciudadanía de que la presentación del Presidente fue mentirosa y politiquero.
Algo que notamos fue la poca profundidad con que fue tratado el tema de la corrupción. Este, aunque se crea lo contrario, no ha perdido vigencia y continúa preocupando a buena parte de la población, que entiende que este flagelo no sólo afectó gobiernos pasados, pues se cree que existen áreas de la actual administración pública que también cojean del mismo pie.
Del muy largo discurso desgranado en setenta y siete páginas, creo que lo más importante fue lo que tiene que ver con el problema haitiano y las repercusiones que tiene la migración de nuestros vecinos hacia este lado de la frontera, la cual se ha incrementado de manera notable a raíz del deterioro de la situación que se vive en Haití, que es evidente en la gran cantidad de nacionales de ese país que se observan por todas partes.
En su alocución el Lic. Abinader realizó un vehemente llamado al país para que entre todos logremos un gran pacto nacional que defina como deberían ser las relaciones políticas y económicas con la vecina nación.
Rápidamente el gobernante convocó a los partidos políticos a una reunión dando inicio al proceso de discusión del mencionado pacto, creo que debieron ser convocados representantes del sector empresarial y la sociedad civil, dada la trascendencia del tema y sus vinculaciones con la economía y otros sectores. No me parece que un acuerdo decidido sólo entre partidos tenga la fortaleza necesaria para comprometer a toda la ciudadanía.
Es bien sabido que una gran cantidad de ilegales haitianos son empleados en la industria de la construcción, la agricultura y otras actividades, no es cierto que sus salarios sean menores a los que reciben los dominicanos, las ventajas que tienen sus patrones son las de no acumular prestaciones laborales, ni cumplir con las obligaciones que tienen que ver con la seguridad social. Ahora bien, es una realidad que la presencia de miles de trabajadores indocumentados ha movido la curva de oferta de trabajo hacia abajo, reduciendo el salario de equilibrio.
Una vez incorporados todos los actores que deben de participar en la discusión del mencionado pacto, es importante tener en cuenta que a pesar de que todos los problemas económicos, políticos y sociales que tienen nuestros vecinos han sido ocasionados por ellos mismos y que esa triste realidad es de su absoluta responsabilidad, es innegable que los mismos repercuten de este lado de la frontera creándonos múltiples problemas; por esa razón, las resoluciones que emanen del pacto en discusión tienen que tomar muy en cuenta esta realidad, así como que Haití es un importante socio comercial de la República Dominicana.
Otro problema ligado a la creciente entrada de haitianos al país es la complicidad de quienes tienen la responsabilidad del control de la frontera con las mafias que controlan el tráfico de ilegales, es necesario ser más eficientes y drásticos en la detección y el castigo de estos delincuentes.
La situación haitiana tiene múltiples aristas, y es el más grande y complicado problema que tenemos entre nuestras manos, es una realidad el que nos han dejado solos y sin ayuda para solucionarlo, los organismos internacionales y la comunidad de naciones, son prolíficos en declaraciones y parcos en acciones, pues los hechos indican que interés real en involucrarse en la solución del desastre y la tragedia que allí imperan no existen, mientras tanto el problema se agrava día tras día, convirtiéndose en un volcán a punto de hacer erupción.
Por esa razón, consideramos oportuno el llamado del Presidente, es necesario unificar voluntades, olvidándose de intereses políticos y ambiciones personales y tomar decisiones que traten de preservar nuestro futuro como Nación civilizada y progresista.