SANTO DOMINGO, RD.- Una auténtica prosa poética es la que se descubre y se disfruta en los más de treinta relatos recogidos en el libro El Enigma del ser, del escritor, educador y diplomático Juan Colón, un volumen con el que logra atrapar al lector desde el inicio y trasladarlo a un mundo de realidades fantásticas, con las que ha convivido la humanidad desde “Adán, el minuto antes de comer la fruta prohibida”, hasta “El último pasajero” de un tren que ya nadie esperaba, pero que por la presencia del personaje en el vagón centenario “el tiempo no estaría del todo perdido”.
La lectura de El enigma del ser no exige seguir el orden que señala el índice. Puede irse del principio al final y viceversa, como empezar por las páginas centrales y encontrarse con “El loco que llevo dentro”, ese mismo que “baila con desconocidos, abraza a policías y se ríe cuando debe guardar compostura”.
Y es que el relato cuenta que dentro de cada uno “habita un pequeño dios de dos caras, Jano, lo llamaban los romanos. Khalil Gibran, más cerca en tiempo y alma, lo llamó ‘el loco’, cuando perdió sus máscaras y, por fin, fue libre”.
Nos deleitó profundamente lo que transcribimos a continuación de “El loco que llevo dentro”: “A veces me miro desde afuera y me pregunto qué rostro estoy usando. En Dubai, un italiano me preguntó que si era sacerdote. En la Base Aérea de San Isidro los militares me saludaban como si fuera superior. (¡Dios me libre)! Una amiga psicóloga me confesó una vez: -Tienes cara de hombre que jamás se ha abandonado al temblor del orgasmo… Preferiría, sinceramente, el rostro de un pecador feliz”.
Entre los valores que se observan en la obra del poeta Colón, nacido en Baoba del Piñal, Cabrera, de la nordestana provincia María Trinidad Sánchez, es el aliento universal de su temática, cargada de figuras filosóficas hasta rozar el misticismo.
El recorrido entre “El Abuelo Manuel” y “Los cinco minutos del porvenir”, justifica los dos prólogos del libro.







