Traducción
El país sufre dos grandes sangrías en su economía: la que implica luchar contra el Covid y las incuantificables cargas que supone servir de paritorio gratuito de las haitianas y blindar militarmente la frontera.
En el primer caso, la pandemia del coronavirus ha obligado al gobierno a gastar, hasta mediados de este año, la suma de 189,000 millones no presupuestados, sin poder evitar los contagios y muertes de miles de ciudadanos.
Y todavía la zaga no termina, pues el sistema de salubridad, que implica ampliar, remodelar, equipar hospitales y asegurarles los suministros de medicinas e insumos, requiere de otras multimillonarias inversiones.
En vista de que las atenciones gratuitas a parturientas y otros pacientes haitianos se han sistematizado a través del tiempo, por razones de humanidad, tratándose generalmente de inmigrantes ilegales, el país ha asumido estos costos como aquel que sufre un dolor y no grita.
Pero, sin dudas, lo que da en gratuidad a otros, se le regatea de alguna manera a los dominicanos, la mayoría tan pobres y necesitados como aquellos, lo que en el fondo es una injusta desprotección y desconsideración para sus propios ciudadanos.
Fuera de esta sangría, hay otras válvulas por donde fluyen gastos no presupuestados ni imaginados, como los de mantener una alta cantidad de tropas, con sus debidos abastecimientos, en vigilia permanente en la frontera, para evitar los contrabandos y la entrada de ilegales.
En vista de todos los problemas que se derivan de la crisis haitiana que, en el fondo, nos añaden calamidades, mas no aplausos ni reconocimientos de las entidades humanitarias del mundo, es momento de colocar las cosas en su justo lugar.
Esas cargas nos caen encima por culpa de la ineficiente aplicación de las leyes migratorias y por ceder a las presiones y chantajes de organismos internacionales que narigonean nuestras políticas internas y externas, desentendiéndose de sus propias responsabilidades.
Covid and Haiti, two stumbling blocks
The country suffers two stumblingblocks in its economy: One that involves fighting against the Covid and the unquantifiable burdens involved in serving as a free delivery room for Haitian women and militarily shielding the border.
In the first case, the coronavirus pandemic has forced the government to invest, until the middle of this year, the sum of 189,000 million not budgeted, without being able to avoid the infections and deaths of thousands of citizens.
And the lag is not over yet, as the health system, which involves expanding, remodeling, equipping hospitals and ensuring supplies of medicines and supplies, requires other multi-million dollar investments.
Given that free care for women in labor and other Haitian patients have been systematized over time, for reasons of humanity, generally in the case of illegal immigrants, the country has assumed these costs as one who suffers pain and does not scream.
But, without a doubt, what is freely given to others is somehow haggling over to the Dominicans, the majority as poor and needy as those, which in the end is an unfair lack of protection and disregard for their own citizens.
Out of this drain, there are other valves through which unforeseen and unforeseen expenses flow, such as maintaining a high number of troops, with their due supplies, in permanent vigil at the border, to prevent smuggling and the entry of illegals.
Seeing of all the problems that stem from the Haitian crisis, which, deep down, add calamities to us, but not applause or acknowledgments from the humanitarian entities of the world, it is time to put things in their right place.
These burdens fall on us because of the inefficient application of immigration laws and because we give in to pressure and blackmail from international organizations that narigone our internal and external policies, ignoring their own responsibilities.