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Sammy, Manny y Alex debieron entrar con David a Cooperstown

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Santo Domingo.- David Ortiz entró este martes al Salón de la Fama de Cooperstown, convirtiéndose en el cuarto quisqueyano que encuentra un nicho en el museo de los inmortales ubicado en el poblado de la ciudad en el estado de Nueva York, donde se inventó el béisbol.

Se unió a Juan Marichal (1983), Pedro Martínez (2015) y Vladimir Guerrero (2018) como los únicos quisqueyanos en el Salón de la Fama.

Ortiz lo hace en su primer año en la boleta, tal y como lo hizo Pedro hace siete años, pero David ni debió llegar solo este año, ni debería ser el cuarto quisqueyano.

Sammy Sosa, en su décimo año en la boleta, quedó fuera a pesar de sus 609 cuadrangulares de por vida, un premio al Jugador Más Valioso y tres temporadas de más de 60 vuelacercas.

Sosa es víctima de los rumores y sospechas de consumo de sustancias para mejorar el rendimiento que nunca fueron probados.

De hecho, Sosa nunca falló un examen de dopaje, a pesar de que jugó casi un lustro después de que se estableció el programa antidopaje de las mayores.

Otro que ya debió estar en el Salón de la Fama previo a la elegibilidad de Ortiz es su compañero Manny Ramírez.

Con un promedio de por vida de .312, con 555 jonrones y 1,831 remolcadas, además de un WAR acumulado de 69.3, Ramírez está en su sexto año en la boleta, luego de ver finalizada su carrera en el 2011.

Pero sus dos suspensiones por dopaje han pesado demasiado y apenas había logrado acumular un 36.2 por ciento de los votos necesarios para entrar a Cooperstown en esta oportunidad.

Y el 2022 debió ser el año en que la República Dominicana tuviera no uno, sino dos de sus hijos en el Salón de la Fama.

Pero Alex Rodríguez solo ha logrado atraer a un 38.8 por ciento en su primera oportunidad en la boleta.

Rodríguez despachó 696 cuadrangulares en 22 años en Grandes Ligas, acompañando ese total con un promedio de por vida de .295, 3,115 indiscutibles, 2,086 remolcadas, se robó 329 bases y anotó 2,021.

Su papel en el caso Biogenesis y su suspensión por 162 juegos, además de una previa confesión de haber usado esteroides sin ser sancionado, golpean su candidatura y la posibilidad de que logre entrar a Cooperstown es remota.

Hoy podríamos haber estado celebrando a ocho dominicanos en Cooperstown, pero David llega como un sólido cuarto.

Por Dionisio SoldevilaDionisio Soldevila