ERSPECTIVA: Usted revisa las agendas de actividades programadas para este martes 14 de junio y la mayoría tienen que ver con el Día Mundial del Donante de Sangre. Muy poco se habla de la gesta revolucionaria de centenares de jóvenes que vinieron a ofrendar sus vidas en el combate a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina en 1959.
Aunque nadie escuche, a la generación del dembow y el reguetón hay que leerle los textos demostrativos de que en las expediciones participaron 220 hombres, entre los que se encontraban 148 dominicanos. Los demás eran extranjeros: 22 cubanos, 13 venezolanos, seis puertorriqueños, dos norteamericanos, dos españoles y un guatemalteco.
Hay que subrayar que dos norteamericanos vinieron a ofrendar su sangre por la democracia en la República Dominicana, lo que debiera ser motivo para destruir los mitos que separan al pueblo de Abraham Lincoln del de Gregorio Luperón.
La Historia da cuenta de que los únicos sobrevivientes fueron los dominicanos Poncio Pou Saleta, Mayovanex Vargas y Francisco Medardo Germán y los cubanos Delio Gómez Ochoa, veterano de Sierra Maestra, y Pablito Mirabal, un adolescente. También resistió Gonzalo Almonte Pacheco, desaparecido posteriormente por la dictadura.
Cuando Rafael Tomás Perelló, el primer expedicionario detenido, fue llevado a la Jefatura del Estado Mayor de la entonces Aviación Militar Dominicana (AMD) en la base aérea de San Isidro el día 17 de junio, Ramfis Trujillo ordenó que no debía quedar con vida ninguno de los invasores y que los heridos serían rematados en el sitio de su apresamiento. Asimismo, dispuso que los ilesos fueran ejecutados.
Ramfis Trujillo tenía su teoría del por qué prefería ejecutar a los rebeldes que eran apresados en el campo de batalla. Muchos jóvenes de los que murieron en las montañas procedían de las mismas capas sociales privilegiadas durante la dictadura.
“Los fusilo para dar un ejemplo a las Fuerzas Armadas, pero primero los hago torturar para dar un ejemplo a mis amigos de los que les espera si algún día me traicionan”, dijo el hijo de Trujillo, según reveló César Saillant Valverde en una carta publicada en El Caribe en el 1962.
El desembarco de la gloria
Con el reconocimiento público de investigadores suficiente solvencia intelectual, fue lanzada hace poco, para el disfrute de los lectores, una nueva edición del libro Desembarco de la gloria, autoría del veterano periodista Juan Deláncer, que con renovados aportes se convierte en una oportuna lectura para la población interesada en conocer sobre el trágico final de la dictadura trujillista, a partir de la gesta guerrillera de junio de 1959, convertida en una contundente derrota moral para el gobierno tiránico.
Bernard Diederich, periodista y escritor norteamericano bien conocido por sus escritos sobre el dictador Trujillo, y Frank Moya Pons, el más prolífico historiador dominicano de las últimas décadas, coinciden en que Deláncer logra tres elementos fundamentales que han caracterizado a los auténticos cronistas de la Historia: objetividad, claridad y amenidad.
“El 14 de junio fue el principio del final de la Era de Trujillo”, apunta Diederich, quien en su comentario de introducción afirma que “Deláncer ha hecho renacer este evento tan importante en la historia dominicana, haciendo lo que solo los buenos reporteros pueden lograr”. En tanto que al presentar la obra Moya Pons la describió como “riquísima en información y extraordinariamente bien escrita”, para agregar que entre sus “grandes méritos” está que quienes no quieran leerla como Historia pueden deleitarse en su literatura “manejada para informar objetivamente, sin especulaciones ni fantasías”.
El Desembarco de la gloria arranca con los antecedentes históricos, económicos, políticos, geopolíticos, sociales y culturales que dieron origen al sanguinario régimen de 31 años, con el corolario de lo que fue la etapa de lucha entre los sistemas comunista y capitalista, con énfasis en lo que fue la influencia del poder norteamericano en todos los procesos que incidieron en la dictadura desde su implantación hasta el ocaso. Aunque no derrocaron al tirano, es la tesis, la sangre de los mártires sirvió como acicate a la conciencia nacional para la decapitación de la dictadura.
Las agendas de hoy hablan del Día Mundial del Donante de Sangre. Cualquier paralelismo o alegoría de la conmemoración del calvario que vivieron los expedicionarios del 14 de junio de 1959 es pura coincidencia. Y eso, que el himno que se creó en se memoria hablaba de que “·llegaron llenos de patriotismo/ enamorado de un puro ideal”.
Por Frank Núñez