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OPINIÓN | Reforma fiscal, manzana de la discordia

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SANTO DOMINGO.- Decía Immanuel Kant, filósofo Alemán, uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos que el ser humano se preocupa de problemas que aunque no puede abandonar tampoco puede resolver completamente (Obra: Crítica de la razón pura, 1781).

El autor es administrador financiero y contralor general de la República. Reside en Santo Domingo

Afirmaba que el conocimiento es limitado, y ofreció la guía ética para vivir en un mundo en el que el ser humano no puede comprender en su totalidad.

El gran filósofo distingue el conocimiento empírico, basado en la experiencia y el conocimiento a priori, independiente de la experiencia. La razón tropieza con limitaciones.

Sostiene que la razón se enfrenta a tres preguntas fundamentales: ¿Qué se debe saber?, ¿Que se debe hacer? y que está permitido esperar?

Partiendo de las anteriores premisas de Kant, los dominicanos, un pueblo que en los actuales 4 años de gobierno del presidente, Luis Rodolfo Abinader Corona, ha alcanzado relevantes rasgos de avance en casi todos los órdenes de la vida cotidiana.

Tanto es así, que conforme al crecimiento económico e institucional ya requiere de mayores niveles de ingresos para satisfacer las crecientes necesidades de los dominicanos que a medida que se producen los cambios empujados por las iniciativas e innovaciones del presente gobierno requiere con urgencia de nuevos modelos y nuevas reformas que puedan responder al crecimiento que día por día se produce en el país.

Para ello la nación dominicana ya no puede esperar más en la búsqueda de respuestas ante mayores exigencias de la población acorde con los cambios que ha propiciado el gobierno moderno, que dirige los destinos del país.

Son procesos naturales e inherentes al ser humano que se aceleran cuando un país es gerenciado por un presidente con visión de futuro, que comprende la concepción de un mundo que avanza a nuevos estadios, a pasos agigantados empujado por el desarrollo de la ciencia y la tecnología que hoy vive la humanidad.

A medida que los dominicanos maduran y con ellos sus instituciones, en esa medida se exigen nuevos paradigmas que marcan la diferencia con los habitantes del pasado.

Los dominicanos y el resto de la humanidad que no logren interpretar oportunamente estos cambios están condenados indefectiblemente a quedarse en el pasado.

Los nuevos planes, programas y proyectos que se imponen debido a los cambios que día a día demandan los dominicanos, requieren de financiamiento o apoyo de recursos financieros que puedan satisfacer las necesidades que van en aumento.

Recursos financieros que se hacen escasos o muy exiguos y para ello el Estado reclama de mayores recursos nacionales y extranjeros por el crecimiento moderno e incremento poblacional de toda una nación ávida que busca con rapidez colocarse acorde con los cambios que se operan en el resto de la humanidad.

Producto del requerimiento de más flujos de efectivo necesitado por el Estado para hacer frente a las demandas de los dominicanos, periódicamente se habla llevar a cabo, reformas tributarias o reformas fiscales de forma integral a los fines de ajustar los ingresos a los nuevos gastos operacionales del gobierno, con el propósito de poder dar abasto o paliar las necesidades crecientes de toda una población

La reforma fiscal integral que hoy el presente gobierno está compelido a formular y ejecutar, debió llevarse a cabo hace más de cuatro años atrás pero las pasadas autoridades le huían como el diablo a la cruz por el costo política que ésta envuelve.

Hoy ya no hay tiempo que perder, la misma debe ser consensuada por todos los sectores económicos que conforman el Producto Interno Bruto (PIB) del país, reforma que implica que se recauden más recursos financieros mediante las distintas modalidades empíricas de captación.

Estas pueden ser a través de un aumento en la base impositiva, aplicación de nuevos impuestos, eliminación de subsidios e incentivos que por su crecimiento y madurez ya no los requieren, eficiencia administrativa de las recaudaciones, eliminación de las evasiones y elusiones fiscales.

Así también, mediante disminución o erradicación de los gastos tributarios, disminución de gastos superfluos, vanidosos o innecesarios, cuidando siempre de no afectar los gastos sociales imprescindibles, así como los gastos de capital propiciadores de nuevas fuentes de empleos.

Cada sector económico clama para que no se le cobre más impuestos, para que no se le carguen por nuevas figuras impositivas. Ante una reforma fiscal que debe ser integral, nadie quiere sacrificarse o dar su brazo a torcer, todos los sectores piden al gobierno mejores condiciones de vida pero sin sacrificios, ante una presión fiscal de apenas un 14% o 14.9% del PIB, por debajo del promedio de la región que es de 21.5%. Así no, así no se puede.

Si bien es cierto que una reforma fiscal integral requiere de altos sacrificios para poder atender las necesidades más apremiantes o acuciantes de la población vulnerable o de a pie, no menos cierto es que los sectores económicos más favorecidos por la obtención, durante años, de pingües beneficios alcanzados, debido a las distintas circunstancias económicas que se han presentado en el país.
Tales como: incremento de tasas de cambio, altas demandas de bienes y servicios, subsidios eléctricos, a las materias primas, combustibles, implementos agrícolas, y todo mediante el ordeño de las arcas del Estado para favorecer a la mayoría de los dominicanos.

Evitando con ello, reclamos, pobladas, mediante el financiamiento de la paz, la democracia, el bienestar, la justicia social de todo un país, eso lo ha llevado a cabo, con pocos recursos, el actual gobierno que comenzó a dirigir un país casi en quiebra, debido a los problemas sanitarios, alta inflación global, guerras y crisis económicas endógenas y exógenas.

Lo que hoy se impone en la nación dominicana es: la condescendencia, la empatía, la sensibilidad social, la humildad, la humanidad y el amor al prójimo.

Cada sector económico tendrá que deponer su actitud de no ser afectado por la inminente reforma fiscal integral consensuando la misma con el superior gobierno, y como buenos dominicanos evitar que el país se estanque y mejoren las condiciones de vida de los más necesitados.

Tal como dice Immanuel Kant, no preocuparse por lo que no se puede resolver, el ser humano tiene limitaciones ante los acuciantes problemas de la humanidad. Nada es perfecto en este mundo o valle de lágrimas, actúese en consonancia con las decisiones proactivas que han de tomarse de manera oportuna

Actuando así, es accionar de manera sensata, honorable, humana, solidaria y democrática a favor del bien común y no particular, por el bien de un país que se encamina por el sendero del franco crecimiento emergente. Que queden atrás las discordias.

Por Felix Santana Garcia

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com