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OPINION | Cuando gemía la Patria, de Emilia Pereyra

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Frank Nuñez

SANTO DOMINGO, RD.- Un retorno imaginario a la conflictiva vida dominicana entre “La España Boba”, la “Independencia Efímera” de José Núñez de Cáceres, seguida por el dominio haitiano en toda la isla (1822-1844), la disputa criolla que dividía a los liberales trinitarios, liderados por Juan Pablo Duarte y los conservadores anexionistas, con Pedro Santana a la cabeza, es al que logra trasladarnos, con evidente maestría, la periodista y escritora Emilia Pereyra, en su más reciente novela Cuando gemía la Patria, lanzada al público bajo el sello editorial HORUS.

Pereyra construye un mundo novelístico marcado por los afectos de los amigos, que en los diálogos se llaman por sus nombres, en tanto que se refieren a los enemigos por los apellidos. Los trinitarios llaman Juan Pablo al líder, mientras Santana lo nombra como Duarte. La misma relación se da entre el poderoso hatero de El Seybo y su cofrade Tomás Bobadilla, quienes comparten el criterio de que Santo Domingo siempre necesitará de un protectorado, de España o Francia.

Los personajes históricos de Cuando gemía la Patria se dividen entre los pesimistas, que dudan de la capacidad dominicana para alcanzar su libertad definitiva como nación y los optimistas, que sí entienden que “el pueblo cristiano más antiguo de América”, podía llegar a valerse por sí mismo, en su economía, política y autodeterminación. Núñez de Cáceres, al entregar las llaves de la ciudad al presidente haitiano Boyer, jamás se imaginó que ese orden se mantendría por unos insufribles 22 años.

Pese al sufrimiento patriótico que hacía gemir la patria, Pereyra logra darle encanto a la vida de los personajes en su intimidad familiar. Es lo que ocurre con Duarte, Sánchez, Mella, Juan Isidro Pérez, Socorro, Rosa, Josefa Brea, María Trinidad y todos los trinitarios.

Una escena propia del romanticismo que predominó en el siglo XIX es el intercambio epistolar de Juan Pablo con la joven Prudencia Lluberes (Nona), protagonizando un tórrido romance que por los exilios del prócer culminó en platónico. Sin ninguna duda, esta novela califica como magistral.

Por Frank Núñez